Al acercarnos al primer aniversario del asalto del 6 de enero, un intento coordinado y violento de revertir una elección libre y justa, creemos que es importante reflexionar sobre lo sucedido. Agradecemos las acciones de aquellos que estuvieron en el lugar ese día y hicieron todo lo posible por detener este ataque directo a nuestra democracia. El 6 de enero es un recordatorio claro de lo frágil que es nuestra democracia, especialmente cuando muchos continúan negando la gravedad de lo ocurrido y perpetuando la Gran Mentira.
Si bien tenemos esperanzas de que nuestro Departamento de Justicia cumpla con sus declaraciones públicas de que responsabilizará a todos los que participaron en este ataque traidor, también sabemos que se necesitará más que condenas para combatir las amenazas actuales a los principios democráticos de nuestro país. La desinformación y el discurso lleno de odio están en su punto más alto, y gran parte de ello es difundido por funcionarios electos.
Con las elecciones de medio término que se acercan en noviembre, todos tenemos la oportunidad de elegir líderes que hablen con la verdad y tengan un verdadero impulso para inculcar en sus comunidades los valores que apreciamos como demócratas. Usemos el 6 de enero como nuestro grito de guerra para recordarnos lo importante que es mantenernos comprometidos y, lo más importante, votar.
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